Desafíos para el abordaje del Dengue en la próxima temporada
El abordaje debe ser integral y no se reduce al sector de la salud, sino que es ecosistémico. Los cambios sociales y ambientales son factores asociados y conocerlos contribuye al diseño de políticas públicas y a la adhesión por parte de la población. Para conocer el miraje del Consejo de Médicos sobre el riesgo del Dengue, solicitó a la Dra. Eugenia Peisino, miembro de Junta Directiva sobre los desafíos a tener en cuenta para una campaña eficaz.
El dengue es una enfermedad endemo-epidémica en la mayor parte del mundo y una de las que más rápidamente se expande en el planeta. No se considera un problema vinculado exclusivamente al sector salud, y, por lo tanto, no puede ser encarado solo por los actores de ese ámbito; en cambio, debe entenderse desde una mirada transversal y amplia de determinantes ecológicos, sociales y ambientales. Se requieren, entonces, abordajes ecosistémicos, con amplia participación de varias disciplinas.
Sin lugar a dudas, hay un espacio para el debate sobre el impacto del cambio climático en la distribución del Aedes aegypti, dado que el aumento y, en particular, las variaciones de las temperaturas, influyen fuertemente en la adaptación que ha tenido el mosquito al clima de los denominados “nuevos territorios”, lejos de las zonas tropicales donde originariamente estaba este vector.
La relación de nuestro país con el dengue data de 1916 en Salto, donde se reportó un caso autóctono. En 1958, se certificó que el Aedes aegypti había sido erradicado, fruto de una acción en todo el continente promovida por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en el marco de un programa complejo internacional de gran escala. Hasta 1980, el mosquito vector quedó concentrado en las áreas del Caribe. La reinfectación a partir de esa fecha fue vinculada al aumento de la pobreza, a la resistencia a los insecticidas y a los deterioros de las medidas de prevención y vigilancia epidemiológica. A partir de ese momento, la presencia del vector en el sur del continente fue progresiva y sin retorno.
En nuestro país, se constató su presencia en 1997. Desde esa fecha, al Aedes aegypti se lo encuentra cuando se lo busca con los métodos existentes para su vigilancia y su presencia varía según el departamento, lo cual depende, entre otros aspectos, a la densidad poblacional, a la cercanía con las fronteras y a los fenómenos migratorios internos y externos.
El fenómeno migratorio es un factor determinante, por su magnitud creciente y por su impacto en la transmisión de hábitos, costumbres y enfermedades. La creciente urbanización de la población, con sus cinturones de pobreza y marginación, junto a las culturas del creciente consumo de toda la sociedad, ha generado un gigantesco crecimiento de distintos tipos de desechos, de residuos, generando serios problemas para su procesamiento y reciclado. Los residuos a cielo abierto se transforman mucho de ellos en fantásticos criaderos de mosquitos Aedes aegypti.
En este escenario, todo el mundo coincide en que el centro de la estrategia es el compromiso social que permita cambios de comportamientos de personas, grupos e instituciones, eficaces frente a esta realidad epidemiológica. La eliminación consciente de los criaderos domiciliarios y peridomiciliarios pasa ser el centro de la estrategia contra el dengue y demás virosis transmitidas por el Aedes aegypti. En esto juega un papel determinante el sistema educativo, a los efectos de trabajar con la población más joven, más receptiva de estos mensajes y más dispuesta a modificar conductas.
Asimismo, es clave el rol de los medios de comunicación y la difusión de mensajes claros y permanentes, que superen la imagen de la fumigación masiva como paradigma de la lucha contra el mosquito.
Dentro del sistema de salud, el primer nivel de atención juega un rol sustantivo, si se considera que los determinantes de la salud tienen, en gran medida, un carácter más social que biológico, y que están más asociados a la desigual distribución de la riqueza que a su producción, o a los logros y avances de la ciencia de un país en particular, donde el incremento de la desigualdad y la exclusión de la sociedad son algunas de sus consecuencias.
Ver a la salud y su determinación como un producto social significa estudiar a la población interconectada a la realidad social en que vive, a los diferenciales, desigualdades e inequidades en salud que se encuentran presentes en ese contexto y que se hacen visibles a partir de la caracterización de los determinantes de la salud y de las premisas para su estudio. No hay dudas del impacto que ejercen el ingreso y el nivel social, las redes de apoyo social, la escolaridad, la cultura y la organización de los servicios sanitarios sobre los niveles de salud de la población.
Las estrategias de intervención consisten en identificar y organizar un conjunto de medidas sanitarias aplicadas a una persona, grupo o comunidad, que implican acciones de promoción, mantenimiento y restauración de la salud, que deben tener como base la intersectorialidad, indispensable para su realización. Sin lugar a dudas, la solución menos costosa y más segura para transitar de la enfermedad al bienestar encuentra diversos obstáculos derivados de formas de pensar que no se han modificado a la misma velocidad que requiere la transformación. Es curiosamente, un problema, porque no siempre es valorada como solución por todos los que tienen que ver con su ejecución y porque aun cuando es concebida de manera clara, en su forma de materialización puede encontrar dificultades.
Además, para exigir la participación comunitaria y tener éxito en la misma, debemos tener en claro que las necesidades básicas de la comunidad no pueden estar insatisfechas; de lo contrario, no habrá motivación para el compromiso, ni abordaje integral de la problemática planteada.
Indudablemente, la intersectorialidad constituye la forma de abordaje adecuada para las estrategias en las que se requiere la participación de todos los sectores de la sociedad, y es la forma de plasmar en la realidad las políticas públicas relacionadas. El dengue es una de las enfermedades más relacionadas con las comunidades, porque depende del desarrollo social y educativo, además de estar asociado a patrones socioculturales y ambientales.
Para el control de esta enfermedad, se necesitan –como decíamos al comienzo- cuatro elementos básicos: voluntad política, coordinación intersectorial, participación activa de la comunidad y fortalecimiento de las leyes sanitarias.