Los cambios ambientales y su repercusión sobre la salud

Los cambios ambientales y su repercusión sobre la salud

En la edición de abril de nuestra revista Ethica Digital publicamos la decisión de Junta Directiva de crear la Comisión de Medicina Ambiental, como respuesta a un fenómeno que se ha convertido en la mayor amenaza para la salud mundial, como es el  profundo cambio climático que vivimos. Hoy, sólo un mes después volvemos sobre el tema para presentar el primer documento técnico elaborado por dicha Comisión, que precisamente tiene su valor, en la medida que representa el pensamiento de sus integrantes y presenta el horizonte del camino a recorrer. Como lo comunicábamos entonces, la Comisión está integrada por los doctores Hugo Luis Pizzi, Nilda del Valle Gait, Gabriel Esteban Acevedo y con la participación del Dr. Mario Vignolo, en representación de la Junta Directiva. He aquí el texto de su autoría colectiva.

El diagnóstico que preocupa

El ambiente es el conjunto de factores físicos, naturales, estéticos, culturales, sociales y económicos que interactúan con el hombre y su comunidad. Forma parte de la vida del ser humano, su organización y progreso como un ente holístico, cuyas interrelaciones originan procesos de cambios en todos sus componentes cuando se produce un impacto en alguno de ellos.

La salud ambiental, como campo disciplinar se ocupa de las interacciones positivas y negativas del hombre con el medio ambiente, donde habita y trabaja incluyendo los otros seres vivos como animales, plantas, cambios naturales, artificiales que ese lugar manifiesta y las contaminaciones producidas por el hombre al medio ambiente que pueden afectar a la salud humana.

Desde hace más de un siglo, las actividades humanas han aumentado los gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso en la atmósfera terrestre, resultando en un aumento progresivo de la temperatura promedio, dando lugar al calentamiento global y el cambio climático. No obstante, los cambios globales que estamos viviendo actualmente nunca habían ocurrido antes. Incluyen el cambio y la variabilidad climática, el cambio de composición de la atmósfera, el uso de la superficie terrestre para la expansión de tierras agrícolas y la deforestación.

Los efectos del aumento de la temperatura son múltiples e incluyen la degradación del suelo, la pérdida de productividad de las tierras agrícolas, la desertificación, la pérdida de biodiversidad, la degradación de los ecosistemas, la reducción de los recursos de agua dulce, la acidificación de los océanos y la alteración y el agotamiento del ozono estratosférico.

Los cambios a largo plazo de temperaturas, pueden ser naturales, debido a las variaciones de la actividad solar o erupciones volcánicas grandes. Pero desde el siglo XIX, las actividades humanas han sido el principal motor, debido sobre todo a la quema de combustibles fósiles, como el carbón, petróleo y el gas. Las emisiones de gases de efecto invernadero, que provocan el cambio climático son dióxido de carbono y metano. La temperatura media de la Tierra es ahora 1,1 °C más elevada que a finales del siglo XIX, antes de la revolución industrial, y más elevada en términos absolutos que en los últimos 100 000 años. La última década (2011-2020) fue la más cálida registrada. En esa línea, cada una de las cuatro décadas últimas, ha sido más caliente que cualquier otra década desde 1850.

Según los últimos informes de la ONU, miles de científicos y revisores gubernamentales coincidieron en que limitar el aumento de la temperatura global a no más de 1,5 °C nos ayudaría a evitar los peores impactos climáticos y a mantener un clima habitable.

Otros indicadores que dan cuenta de este fenómeno que caben destacarse son:

· Hacia el año 2050, los glaciares del Himalaya se reducirán a la mitad, por lo tanto, el 23 % de la población china sufrirá la falta de agua.

· El ritmo del derretimiento de la Antártida, aumentará siete metros la superficie de los mares.

· La zona deforestada del Amazonas ya tuvo un aumento de ocho grados de temperatura.

· En Ushuaia, en los últimos eneros, la temperatura subió un grado centígrado.

Un 1° C, genera 7% más de vapor de agua y como la evaporación es el motor en la circulación de las masas de aire en la atmósfera, se estima la aceleración de los fenómenos meteorológicos.

Todo esto tiene un significativo impacto en la salud humana, y ha llevado a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) a advertir que el Cambio Climático es la mayor amenaza para la salud mundial del siglo XXI, asumiendo que el cambio climático no es solo un problema para las generaciones futuras, sino qué, ya está sucediendo. El cambio climático con los cambios de temperatura, humedad, lluvias, sequias ocasionan importantes consecuencias para la salud humana, generando multiplicación de vectores (Dengue y malaria, entre otras), de enfermedades endemoepidémicas, insuficiente alimentación, con deficiencias inmunitarias y otras entre ellas, las ocasionadas por estrés.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha estimado que un 24% de la carga mundial de morbilidad y un 23% de la mortalidad son atribuibles a factores medioambientales. Respecto a la población mundial, esta cifra supone 12,6 millones de muertes cada año, distribuyéndose de manera desigual alrededor del planeta. En Europa se estima que 1,4 millones de muertes al año son debidas a causas relacionadas con el medio ambiente.

Asimismo, se ha postulado que el cambio climático ampliará las desigualdades en salud. Los incendios, granizos y sequías que múltiples regiones de Argentina han sufrido de modo más ostensible afectan a todos, pero no todos los viven por igual. Las personas de mayores ingresos viven en edificios con aire acondicionado, más protegidos por lo general alejados de las zonas inundables, y con acceso al agua potable, en tanto que las personas pobres, las personas mayores, las personas con discapacidad y las socialmente marginadas son las menos capaces de adaptarse al clima cambiante, incapaces de escapar de los incendios, el calor e inundaciones, y viven en viviendas y entornos que amplifican sus efectos.

Esta inequidad social exacerbada por el cambio climático se suma a las inequidades existentes en la carga de enfermedades y la mortalidad prematura; y son una amenaza particular para los pobres en los países de ingresos bajos y medianos. Por ejemplo, la tasa de mortalidad derivada de enfermedades transmitidas por vectores es casi 300 veces mayor en los países en desarrollo que en los países desarrollados, lo que representa una importante causa de muerte, carga de morbilidad e inequidad en salud, un freno al desarrollo socioeconómico y una presión para los servicios de salud, motivo por el cuál es esencial actuar sobre los determinantes sociales de la salud y sobre los factores las implicancias del cambio climático sobre la salud de las personas, asistiendo muy especialmente a quienes poseen mayor vulnerabilidad social, mediante políticas públicas que ayuden a adaptarnos al daño ya causado por el cambio climático y reduzcan futuras consecuencias, promoviendo condiciones de vida saludables y el acceso equitativo a los servicios de salud.

El fuerte compromiso preventivo de la salud pública nos exige llegar antes de que los hechos sucedan. En ese ejercicio es imprescindible educar y prevenir; partiendo en los sistemas de salud de un equipo interdisciplinario e intersectorial, donde se trabajen la meta y las acciones sin perder de vista el conjunto; y donde el abordaje de la comunidad, grupos etarios, sectores vulnerables, sea objetivo, riguroso, profesional, oportuno, eficaz y eficiente.

La investigación es el pilar del desarrollo y la base del conocimiento científico, que determina acciones concretas y efectivas.
La legislación es la que permite la protección individual y colectiva. Para ello las políticas deben implementar respuestas eficaces, eficientes que mejoren la calidad de las personas y cumplan con las premisas de una salud pública integral, equitativa que pueda dar soluciones a estas patologías, emergentes.

No hay Gestión sin Acción y Educación.

Bibliografía consultada 

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Damin Carlos. Toxicología clínica, editorial Panamericana edición 2023,C23 pag 591-601

 

 

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