Medicina Narrativa. Un aporte para mejorar la relación médico paciente

Medicina Narrativa. Un aporte para mejorar la relación médico paciente

La relación médico -paciente ha sido tema que ha estado presente últimamente en varias ediciones de la revista y que ha sido considerado por nuestra institución como uno de los factores de la crisis del sistema de salud. Es más, el presidente del CMPC, Dr. Héctor Rolando Oviedo, la ha señalado en distintas oportunidades como ingrediente fundamental de la buena medicina, deteriorada como consecuencia de un sistema de salud que se rige por criterios económicos, más que sanitarios y que es preciso recuperar. Hoy volvemos sobre el tema, desde una mirada distinta. Hace unos años, que se ha comenzado a hablar de la medicina narrativa. Uno de sus precursores ha sido sin duda el Dr. Daniel Flichtentrei, ex director de la revista digital Intramed. El tema no es nuevo, pero despertó especial atención para quienes se preocupan por la mejor forma de escuchar al paciente y lograr una comunicación con empatía. Ha sido un largo proceso, pero la reciente creación de la Sociedad Argentina De Medicina Narrativa, parece iniciar una nueva etapa con el mismo objetivo: promover el desarrollo de habilidades de retórica médica y comunicación, y la reflexión en torno de los problemas de la actividad. Considera que es fundamental para superar el empobrecimiento en las relaciones humanas entre profesionales y enfermos. Ethica Digital rescata algunas definiciones sobre el tema y la información sobre la nueva entidad.

Definiciones y fundamentaciones

Para el Dr. Carlos Tajer, Jefe del Servicio de Cardiología del Hospital El Cruce y ex Presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC), la medicina narrativa es una disciplina que aún con su escasa trayectoria, viene a enriquecer el vínculo entre quienes buscan curar y quienes quieren ser sanados y a jerarquizar la percepción de una práctica profesional que sea cada vez más humanizada y relevante. La iniciativa surgió a principios del 2.000 y su objetivo es “desarrollar habilidades narrativas en los profesionales de la salud”.

Habilidades narrativas son, en primer lugar, las habilidades de escuchar con tranquilidad y empatía los discursos y relatos que los pacientes y familiares hacen de su sufrimiento y de los problemas de salud. Es entrenarse para escuchar.

En la introducción a la entrevista que el periodista Nicolás de la Barrera sostiene con Daniel Flichtentrei para la Revista Almagro, en 2016, señala que “las personas nos contamos historias desde el comienzo de la vida. Esas narraciones permiten que la caótica complejidad del mundo adquiera sentido y nos define el lugar que ocupamos en él.

Mediante historias que comprendemos, ya no lo que las cosas son, sino lo que significan. Es la forma en que se establecen el valor y las jerarquías de todo cuanto nos rodea. En silencio, muchas noches nos repetimos esa historia privada y secreta que nos dice quiénes somos. Enfermar es una experiencia vital. Ese acontecimiento desata una crisis íntima y personal más allá de toda biología. Pero influye en ella, la determina, la modula, gobierna su evolución y se adueña de su futuro. La enfermedad puede incluirse en la narrativa de una vida obligada a redefinirse. Pero también puede dejar en suspenso todas nuestras creencias y paralizarnos en una encrucijada para la que no encontramos salida”.

Imagen publicada por el Boletín de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria.

Esta afirmación abre el diálogo: Flichtentrei relata que “desde hace muchos años, estamos intentando que al conocimiento médico ingrese el relato experiencial del que padece la enfermedad, porque nos parece que al conocimiento que está en este libro (señala un tomo grande y robusto de medicina), que yo mismo escribo, le falta la mitad de la enfermedad, digamos”.

Y añade: Hay que saber escuchar, saber dialogar con el paciente. Para Flichtentrei: “Por más tecnología que exista, nunca voy a saber qué te pasa si no apelo a la tecnología más compleja de toda la humanidad, que es el lenguaje. Yo puedo saber qué tenés, pero no saber qué te pasa”.

El médico cordobés que se hizo eco del tema fue el Dr. Carlos Presman. Nuestra revista publicó en 2017, en una de sus primeras ediciones digitales, un texto que tituló Los médicos en su Torre de Babel, que siguiendo el pensamiento de Flichtentrei, afirmaba que la anamnesis y el examen físico resultan dos especies en extinción. La otra pérdida, añadía, es la narración de la enfermedad en el lenguaje del paciente: no hay tiempo para contar el padecimiento ni para ser escuchado. Sin tiempo en la consulta, el paciente es mudo y el médico es sordo. Sin tiempo, no hay acto médico.

Flichtentrei subraya la importancia de hablar, escuchar e interpretar, pero la realidad es que tiempos de turnos de 15 minutos y médicos saturados de trabajo, envueltos en una rutina que agota, dificulta la imperiosa necesidad de un intercambio de narraciones en el consultorio.

Se rebela contra esa realidad. “Los sistemas están preparados para auto reproducirse. Ahora, la función de los individuos críticos que vivimos en el sistema es destrozarlo. Un ejemplo es la biología, profundamente sistémica, y tiene funciones, dos nada más. Darwin: sobrevivir y reproducirte. Es más: sobrevivir hasta que te reproduzcas. Después, a la biología no le interesa que llegues a viejo, que llegues bien y que seas feliz. Eso le interesa a las personas y a la cultura. A los organismos no les interesa. Pero yo quiero llegar a viejo, quiero ser feliz, quiero tener cultura, y voy a aprovechar lo que me da el sistema para organizar algo mejor que lo que me propone en términos muy básicos. En la medicina es lo mismo. ¿Está preparada? No, ¿y? Hay que prepararla. ¿La biología está preparada para que te enamores y seas feliz con una mujer o con un hombre? No. Pero yo voy a montarme sobre eso y buscar otra cosa. En el mundo entero, desde la revolución francesa, tenés dos opciones: podés ser conservador y aliarte al sistema para auto reproducirlo, o podés transformarlo para objetivos que lo superen. Si no está preparada, se jode la medicina”.

Y como se suele decir que todo está relacionado con todo, la falta de ese diálogo, una práctica puramente técnica, lleva a una cierta frustración, afirma el entrevistado, que la manifiesta a través de datos: “Los médicos son la profesión en el mundo que más alta tasa tiene de suicidios, de depresión, de divorcio, de muerte temprana por enfermedad cardiovascular. Es casi como ser piloto de Fórmula 1 o peor, se mueren menos los pilotos porque se cuidan más. Una de las cosas que más daña es percibir, de manera consciente o no, que lo que hacés no tiene sentido. Que lo que hacés es una cosa técnica cuyo control está fuera de tuintervención, que tenés más que nada una habilidad técnica como Carlitos Chaplin en la fábrica. También hay mucha evidencia de eso que se llama burn out. Hicimos un trabajo muy grande, probablemente el más grande del mundo, con 11 mil médicos testeados, y los resultados son tremendos. Y básicamente obedecen a estas cosas, a la pérdida del significado de lo que hacés, en una época donde lo que se exalta es el individualismo, la competencia, la imbécil meritocracia y una serie de valores a mi juicio  detestables”.

Imagen publicada por el Boletín de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria. Con un epígrafe que dice: La naturaleza y el mundo no cuentan historias, los individuos sí, / C.H. Reisman

Ese es el fundamento de lo que muchos médicos llaman la Medicina Narrativa. Lo que se intenta rescatar “es ese ese saber que los enfermos ignoran que saben y que los médicos en general no sabemos, que ignoramos el saber experiencial de la propia enfermedad”.

Flichtentrei dice que lo que define una enfermedad no es ni la lección de anatomía, ni la semiología, sino la propia subjetividad de la persona que padece pues la enfermedad no es algo sino que está en alguien, en una persona que sufre. Explica cómo las enfermedades del presente casi todas-, están relacionadas con los hábitos, con las formas de vivir: son enfermedades que incluso, acompañan al paciente durante toda su vida. El acto médico, deja de llamarse acto y se convierte en proceso puesto que los pacientes tienen una biología y también, una biografía que contiene una historia, una narrativa.

Falta el tiempo para escuchar al paciente. Presman, ante ese sistema. Se pregunta no ahora sino hace ya siete años: “¿A dónde va la medicina tan apurada” ¿Quién nos empuja a un vértigo irreflexivo?”.

La reflexión es profunda. “Las ciencias médicas, desde una perspectiva estrictamente biológica, son un campo de estudio tan necesario y eficaz como incompleto. Parece que cuando más expertos y científicos somos, crece nuestro analfabetismo emocional y la incomprensión del contexto socioeconómico: cuanto más profundizamos en los órganos, vamos perdiendo a la persona y a la sociedad donde convive”.

Presman cita al gran escritor John Berger: “No hay muchos médicos que sepan diagnosticar bien; ello no se debe a que carezcan de conocimientos, sino a que son incapaces de comprender todos los datos posiblemente relevantes, no sólo los físicos, sino también los emocionales, históricos y medio ambientales. Buscan una afección concreta en lugar de buscar la verdad sobre el hombre, lo que podría sugerirles varias”.

¿Una nueva etapa comienza?

La novedad es que acaba de crearse la Sociedad Argentina de Medicina Narrativa (SAMEN), dependiente de la Asociación Médica Argentina, que ya está organizando en Buenos Aires, talleres que tiene como objetivo incluir este enfoque en las prácticas de los profesionales de la salud, tanto en instituciones formativas como asistenciales. En los primeros días de mayo ha tenido lugar la VII Jornada Internacional de Medicina Narrativa y simultáneamente la Primera organizada por el SAMEN.

Una de las intenciones es que los pacientes se sientan comprendidos, escuchados y acompañados en sus padecimientos porque esto puede ayudar a cumplir con el tratamiento y a comprender otros aspectos vinculados al área de gestión de la enfermedad”, testimonia uno de los asistentes a los talleres Y añade: “Hay pacientes que llegan con gran incertidumbre y problemas muy complejos y lo que hago es decir que aún no sé qué es lo que padece. La segunda habilidad para entrenar es la habilidad para decir, la retórica médica, cómo le decimos lo que entendemos de sus problemas, el escenario de futuro y las propuestas que hacemos. Es la comunicación de pacientes y profesionales, ya que “esto hace a la adherencia a los tratamientos, hace a la curación y es una forma de elaborar los problemas de la profesión”.”

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