Una crisis que no se puede soslayar: La situación de los recursos humanos en salud.

Una crisis que no se puede soslayar: La situación de los recursos humanos en salud.

Los signos son claros, evidentes, y no dejan margen de dudas. Durante la pandemia, y gracias a un descomunal esfuerzo del equipo de salud, en condiciones de trabajo adversas y honorarios escasos, se hizo frente a la Covid 19 de una manera digna, lo que conllevó profundas crisis de salud mental e incluso se llevó vidas de colegas.

Ahora, en esta etapa de pospandemia, retornando a una cierta normalidad, los viejos y nuevos problemas del sistema de salud nos enfrentan a una grave situación para el presente y el futuro en la atención sanitaria: una crisis profunda de los recursos humanos. El empobrecimiento de los médicos, con honorarios indignos; la instauración de un régimen inhumano de pluriempleo para poder llegar a fin de mes (que resulta una suerte de condena tras largos años de estudio), y las condiciones de formación de una profesión que exige una actualización permanente, han dejado al desnudo la amenaza de una crisis en ciernes que se agranda cada día, en la medida que no se la enfrenta. Ya hay dificultades para cubrir, a lo largo y ancho del país, las actividades asistenciales y científicas, tanto a nivel de la salud pública como privada.

En los últimos años, no se han cubierto los cupos totales de residencias para formarse en distintas especialidades; en algunos casos, apenas se alcanza el 50% de los cupos. La Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) develó días pasados esta situación, pero es necesario decir y comprender que esa realidad no es exclusiva de la pediatría, sino una situación generalizada en todo el sistema de salud, que se manifiesta principalmente en las especialidades más sensibles, pero que se extiende hacia todas con distintas intensidades.

Los datos son contundentes: los bajos salarios, las sobreexigencias motivadas por falta de personal, la falta de un consenso nacional sobre la formación de los residentes, no son incentivos para quien ha dedicado años de estudio a una profesión que está devaluada por una crisis del sistema sanitario que se profundiza día a día.

Según información periodística, como la aparecida estos días en el diario La Nación, según datos del Consejo Federal de Salud, este año rindieron examen 7.388 egresados de carreras de ciencias de la salud, para aplicar a 8.249 vacantes (entre residencias y concurrencias), en 72 especialidades y 3.111 centros acreditados con financiamiento de la Nación y las provincias.

Hay casos todavía más elocuentes: en Clínica Médica concursaron 530 egresados para 624 puestos; en Medicina General y Familiar lo hicieron 188 para 538 cargos, y en Terapia Intensiva, 133 para 292 vacantes.

En Pediatría, Neonatología y Terapia Intensiva Infantil, la diferencia fue de casi la mitad: rindieron examen 464 postulantes para los 919 lugares concursados.

La falta de interés no es solo de los postulantes a residencias. También hay que sumar la deserción del personal altamente capacitado y de carrera que ve en esta realidad de bajo prestigio, magros salarios, escaso respeto social y violencia creciente, los motivos para abandonar el ejercicio de la profesión. Esto implica perder a los médicos más experimentados y que son los formadores de los nuevos colegas en las diferentes especialidades.

Esta combinación explosiva exige una mirada general para afrontarla. Muchos colegas, en distintas provincias, han comenzado a movilizarse para reclamar dignidad. Como sociedad, debemos dar un debate amplio y serio para buscar soluciones innovadoras y creativas, o seguiremos llegando tarde para enfrentar esta nueva crisis que pone en riesgo la salud de los argentinos.

Héctor Rolando Oviedo
Presidente del Consejo de Médicos la Provincia de Córdoba
Editorial Revista Ethica Digital edición Nº 152

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