Editorial
Mensaje a modo de editorial
Festejamos el día del médico
Institucionales
Reunión de CONFEMECO
Córdoba fue sede de la reunión de CONFEMECO
Asamblea anual ordinaria y extraordinaria
Se reunió el consejo de delegados
159 colegas llegaron a la meta
Los nuevos especialistas recibieron su certificado
Asumió la presidencia la colega María E. Peisino
Nuevas autoridades en la FEPUC
Informe Especial
Festejamos el día del Médico
Se entregaron los premios Prof. Dr. Remo M. Bergoglio 2023
De Interés Médico
La importancia de un registro para expresar la voluntad anticipada.
En torno a la muerte digna
Actualidad de la campaña La Vacuna Salva Vidas
El sarampión, una amenaza nacional y mundial
Novedades Científicas
Increíbles robots celulares vivos creados por microtecnología celular
Cultura
Entre la ciencia y el milagro
Las complejas emociones de un nacimiento
Se presentó el diccionario Panhispánico de términos médicos
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Nuestra Portada
El óleo del pintor inglés Luke Fildes, pintado en 1891, es considerado por los críticos como un cuadro emblemático de la medicina. En la obra, según de descripción del Dr. Alfredo Buzzi, aparece una niña que yace en una cama improvisada entre dos sillas en el interior de una casa rústica y pobre. Su rostro pálido está iluminado por una lámpara en la mesa, que tiene la pantalla angulada para conseguir ese efecto. Al lado de la lámpara hay una taza de té, que seguramente ayudó a pasar una larga noche. Del otro lado de la lámpara hay una botella con la mitad de su contenido, probablemente alguna medicina que le estuvo administrando a la pequeña paciente. El cuenco y la jarra que están en el banco (al frente y a la derecha del cuadro) seguramente fueron usadas para bajar la fiebre de la niña. El médico, vestido de traje, está sentado junto a su paciente, mirándola con ansiedad. Pareciera que a la vez tiene la esperanza de que la niña se cure, pero teme que eso no ocurra: experimenta el drama de enfrentarse a sus propias limitaciones, una confrontación que forma parte de la práctica médica diaria. Podría haberse retirado y haber regresado a la mañana siguiente, pero decidió quedarse acompañando a su paciente y su familia hasta el desenlace. Para Marcelo y Eva Miranda, médicos. Este cuadro se ha convertido en un ícono del compromiso médico, del afán de ayudar a los enfermos y sus familias, así como de la repercusión en su propia persona de la frustración ante la imposibilidad de sanar en una época con tan pocos recursos terapéuticos. Creímos que merecía estar en nuestra portada recordando nuestro día.